Osvaldo A. Gozaíni
Buenos Aires, Argentina

Esto lo escribí en julio de 2018, hoy con algunas pocas modificaciones lo reitero, para mantener el homenaje a mis amigos. Tengo amigos de la infancia. No los v...eo seguido, pero siempre están; los recuerdo felices, con la frescura de otrora, alguno se fue y nos inundó de tristeza, otros siguen y cuando nos encontramos, nos vuelve el tiempo al parque, a la fiesta, o al colegio. Hemos cambiado seguramente, pero seguimos siendo niños . Tengo amigos de la adolescencia, algunos vienen de antes, y siguen. Me acompañan en la vida desde la secundaria y la universidad. Nos vimos crecer, casarnos, tener hijos, a veces supimos comprender el divorcio y recibir sus nuevas parejas con la misma confianza que le da el amigo. Se vuelve cierta con ellos cuanto afirmó Kurt Cobain ... . Y sin tanta sorna se puede compartir con ellos que, amigos son aquellos extraños seres que nos preguntan cómo estamos y esperan oír la respuesta. Tengo amigos de la profesión, con quienes se comparte más que un mismo camino. Es el amigo ejemplo, al que uno se quiere parecer o simplemente admirar. Es el testimonio de un tiempo que nos acompaña y nos facilita la serenidad, tolerancia y comprensión. Tengo amigos de la cátedra. Casi somos familia, y la siento como tal. Son mi reducto y mi contención. Los amo con la misma intensidad que se tiene hacia las personas que son indispensables y aquí la vida me ha dado mucho más de lo merecido. Tengo amigos del trabajo, que ya no son socios ni colegas, se hermanan después de 40 años. Hoy no podría estar sin ellos, y los valoro tal como son, como ellos me reciben tal como soy. Tengo amigos que están lejos y la distancia no hace mella. De España, México, Colombia y Perú, especialmente. Llegaron a mi vida y nunca se fueron. La lejanía nos acerca y nos permite imaginarnos ciudadanos del mundo que compartimos desde la sinceridad del afecto compartido. Soy poco amigable con la deslealtad; la hipocresía; la envidia o la falta de esfuerzos personales. No me gustan los que te sonríen y hablan a tus espaldas; no me gustan los que no saben decir las cosas de frente porque se encubren tras la diplomacia sin compromiso; no me gustan los que se desesperan por su suerte y esperan del milagro la reversión; no soy de amigos ocasionales aunque la fugacidad del momento haya sido un recuerdo imborrable. Tengo amigos y amigas. Queridos todos por este recorrido de la vida que va sumando cada 20 de julio, el agradecimiento a la ventura personal y la dicha de compartirlo.